31 diciembre 2007

Los hermanos Marx

Franciso vuelve con nosotros, en esta ocasión para hablarnos de unos hermanos muy lenguaraces

En las películas de los Hermanos Marx podemos encontrar muchas cosas (entre ellas actores, figurantes, guionistas, … además de un bigote pintado, un arpa, un piano, …), innumerables cosas, y aún así, casi todas ellas buenas:


- Las tramas que se tejen transitan entre enredos y situaciones delirantes.

- Las historias que viven destilan ternura, y mucha humanidad,

- Hay vertidas por doquier ironías de una acidez que casi escuece.

Normalmente son vomitadas por Groucho, especialista en sacar punta a todo (pues sí, podría haberse ganado la vida perfectamente en una fábrica de lápices).
Para muestra, no un botón, sino la colección de citas que he seleccionado personal e intransferiblemente, y que os ofreceré en otro post de esta serie dedicada a los hermanos Marx (para dosificar la satisfacción y el placer que produce la lectura de este sin par blog).

- Se entablan diálogos surrealistas que conducen a los destinos más insospechados. Vamos, que se sabe cómo empiezan, pero nadie puede tener ni idea de qué cómo van a terminar.
Y al césar lo que es del césar, y a Chico lo que es de Chico, ya que hay que valorar el gran mérito de este hermano Marx, que era el único capaz de dar la réplica decentemente a Groucho. No digo más, pasen y “lean” el siguiente diálogo, rescatado de “Un Día en las Carreras”:
Chico: Un coche y un chófer cuestan demasiado. He vendido mi coche.
Groucho: ¡Qué tontería! En su lugar, yo hubiera vendido el chófer y me hubiera quedado con el coche.
Chico: No puede ser. Necesito el chofer para que me lleve al trabajo por la mañana.
Groucho: Pero, ¿cómo va a llevarle si no tiene coche?
Chico: No necesita llevarme. No tengo trabajo.
- Se orquestan gags visuales inimaginables, que parecen sacados de unos “dibujitos animados”, y que nos hacen reír como si fuéramos niños chicos.
En estas lides la estrella indiscutible era Harpo, el rubito mudito de pelo rizadito (vale, las pelis eran en blanco y negro, pero se veía que era rubio).
Por cierto, estoy dispuesto a proporcionarte la respuesta a la pregunta que siempre quisiste hacer y nunca se te ocurrió preguntar: ¿Era Harpo mudo de verdad? (la respuesta… en el próximo post de la serie).

- Y, sobre todo, en estos sinvergüenzas podemos hallar un optimismo muy recomendable a la hora de contemplar la vida.



Pero no todo lo que encierran las pelis de los hermanos Marx podía ser bueno. También alguien (a quien debían haber ostiado la primera vez que dijo que quería dedicarse al cine) decidió que había que meter a capón números musicales soporíferos.
Que sí, que Harpo podría ser un virtuoso tocando el arpa y Chico no aporreaba mal el piano, pero con la primera peli fue suficiente para enterarnos.
Y las escenas en las que la sempiterna pareja de enamorados adornaban su idilio con cursis melodías eran calóricas hasta hacerse indigestas (vamos, que eran super “pastelosas”).




Me imagino que esto se debería a los gustos de la época. Desde luego, ahora estamos más acostumbrados a “fistros diodenales” y “cobardes de la pradera”, que la verdad, no creo que hicieran mucha gracia allá por los años 30.
Aún así, a esta objeción yo pondría una sublime excepción. En ‘Una Noche en la Ópera’ la música no sobra para nada. Y los números musicales operísticos no están metidos con calzador.

Otra circunstancia de la que nos podemos quejar, en este caso los hispano-charlantes, es de lo poco afortunados que en algunas escenas estuvieron los dobladores.
Siendo justos hay que reconocer la dificultad que tenía su labor en ciertos casos, ya que muchos de los gags de los Marx eran puramente lingüísticos, y en la lengua de Shakespeare serían muy graciosos, pero en el español de Cervantes no tenían ni pizca de gracia.
Recuerdo ahora mismo dos situaciones en las que la jocosidad provenía de la confusión que provocaban dos palabras homófonas en inglés, ‘brake’ y ‘break’, (frenar y romper, para los más pegadillos en inglés), en la que les pedían que ‘frenaran’ un tren y ellos se afanaban en ‘romperlo’. En otra peli el equívoco se producía con la palabra light, con dos de sus significados en inglés (luz y encender).

Por cierto, ¿al ver alguna de las pelis de los Marx en los últimos tiempos no os habéis dado cuenta de que hay trozos en los que los dobladores son distintos? Me imagino que serán secuencias secuestradas por la censura de la época, y que los dobladores originales ya estarían criando malvas cuando fueron liberadas.




Se puede decir que los hermanos Marx han calado ampliamente en la cultura popular. Ahora mismo se me viene a la cabeza la expresión “aquí hay más gente que en el camarote de los hermanos Marx”, nacida de la famosa escena de “Una Noche en la Ópera”.


Y también han sido, y siguen siéndolo, inspiración para muchos en cualquier ocasión en la que toque disfrazarse.



Y como en todas las grandes series…
(Continuará)